Primera misa en la iglesia de Sant Pere después de la guerra, en 1939. Se puede ver el estado del templo después del incendio y posterior derribo de 1936. (ACAE)
[Para proteger los inmuebles] «… hice unos rótulos que decían «Este edificio ha sido incautado por la Alcaldía. Respetadlo, es del pueblo». La ocupación, en efecto, evitó nuevos incendios».
Alexandre Deulofeu, primer teniente de alcalde de Figueres el 21/07/1936 (Memorias de la revolución, de la guerra y del exilio, vol. 1, p. 16)
Una de las consecuencias del golpe de estado de julio de 1936 fue el estallido de un proceso revolucionario. La intervención de obreros armados liderados por los anarcosindicalistas fue decisiva para luchar contra los golpistas, y la CNT-FAI se convirtió en la autoridad ante el desbordamiento de las instituciones.
El gobierno de la Generalitat creó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMAC), en un intento de conducir el esfuerzo armado contra los golpistas, pero durante nueve semanas se vivió un período de violencia revolucionaria.
El 20 de julio llegaron a Figueres milicianos armados y ya se redactó la primera lista de personas a detener. Al día siguiente se celebró la última misa en la iglesia de Sant Pere, interrumpida por milicianos, que incendiaron el templo. El fuego duró tres días y los bomberos sólo pudieron evitar su propagación. La labor depuradora comportó detenciones, ejecuciones, fugas y exilios.
Síguenos